La desigualdad de ingresos en Estados Unidos sigue siendo uno de los temas económicos y sociales más debatidos. Desde los profesionales con altos ingresos que conforman el 1 % más rico, hasta los trabajadores con salarios bajos que luchan por salir adelante, las disparidades en riqueza y oportunidades son evidentes. Aunque el crecimiento económico ha continuado, la distribución de sus beneficios ha sido desigual, lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo y la eficacia de las políticas redistributivas.
Una desigualdad pronunciada a nivel mundial
Estados Unidos se posiciona como la nación rica y grande con mayor desigualdad. La concentración de ingresos en la cúspide supera con creces la de sus homólogos europeos. Por ejemplo, en el Reino Unido, un ingreso anual de aproximadamente 250.000 dólares basta para entrar en el 1 % más rico; en cambio, en Estados Unidos, el umbral es considerablemente más alto. Si bien algunos sostienen que la desigualdad es un precio inevitable del progreso, el gobierno estadounidense ha implementado cada vez más medidas redistributivas, como la expansión del Crédito Fiscal por Ingreso del Trabajo en los años noventa y los subsidios sanitarios en la década de 2010.
Los que más ganan: un crecimiento más lento
Históricamente, los hogares con mayores ingresos han experimentado un crecimiento sustancial en sus ingresos. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), los ingresos reales de los estadounidenses más ricos aumentaron un 110 % entre 1990 y 2019. Sin embargo, gran parte de este crecimiento se produjo antes de la crisis financiera mundial de 2007. En 2019, muchos de estos hogares ganaban menos que antes de la crisis, lo que evidencia una cierta estancación en la cima.
Avances para los que menos ganan
Por el contrario, los hogares con menores ingresos han experimentado mejoras notables en los últimos años. Una combinación de cambios en las políticas —como la Ley de Cuidado de Salud Asequible— y un mercado laboral sólido contribuyó a aumentar en un 25 % los ingresos después de impuestos y transferencias para el quintil más bajo entre 2007 y 2019. En el periodo completo de 1990 a 2019, el crecimiento de los ingresos para el 20 % de los que menos ganan igualó al del 20 % de los que más ganan, con un incremento del 77 % en ambos casos. Además, el ajustado mercado laboral posterior a la pandemia aceleró aún más el crecimiento salarial para los trabajadores con ingresos bajos.
Clase media: crecimiento modesto pero constante
La clase media, representada por hogares con ingresos anuales en torno a los 80.000 dólares, experimentó un crecimiento más lento pero constante. Entre 1990 y 2019, sus ingresos reales aumentaron un 57 %, lo que equivale a una tasa de crecimiento anual promedio del 1,6 %. Aunque algunos análisis apuntan a una supuesta estagnación, dichas estimaciones suelen basarse en el Índice de Precios al Consumidor (CPI), que podría sobrestimar la inflación. Al ajustarse por otras medidas de inflación, los ingresos de la clase media han mejorado de forma sostenida, aunque a un ritmo moderado.
Opiniones divergentes sobre la desigualdad
Diferentes economistas ofrecen perspectivas variadas sobre las tendencias de la desigualdad. Las investigaciones de Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman sostienen que la desigualdad de ingresos después de impuestos y transferencias ha aumentado sustancialmente, mientras que estudios de Gerald Auten y David Splinter sugieren un incremento más moderado. Además de la disparidad de ingresos, Estados Unidos enfrenta una marcada desigualdad en la riqueza, con diferencias en el acceso a la propiedad de viviendas, a inversiones y a las transferencias de riqueza intergeneracional, lo que profundiza aún más las divisiones económicas.
Resiliencia económica a pesar de la alta desigualdad
A pesar de su alta desigualdad, la economía estadounidense continúa mostrando resiliencia e innovación. Históricamente, una desigualdad extrema puede fomentar comportamientos de búsqueda de rentas que sofocan la dinamismo económico. Sin embargo, la producción económica de Estados Unidos, su liderazgo tecnológico y su ecosistema emprendedor indican que, por ahora, sigue del lado sostenible de ese umbral. Los responsables políticos enfrentan el desafío de mantener el crecimiento económico, asegurándose al mismo tiempo de que la prosperidad se distribuya de manera más equitativa, para evitar la inestabilidad social y política que puede acarrear una desigualdad descontrolada.
Conclusión
La paradoja de la desigualdad en Estados Unidos es un fenómeno complejo y en evolución. Si bien los que más ganan han sido históricamente los principales beneficiarios, los avances recientes para los trabajadores con ingresos bajos demuestran que las intervenciones políticas y los cambios en el mercado laboral pueden generar impactos positivos. Sin embargo, la persistencia de la desigualdad de riqueza y las barreras a la movilidad económica siguen siendo motivos de preocupación. Lograr un equilibrio entre innovación y oportunidad con una distribución económica más justa será fundamental para configurar el futuro del país, garantizando que la prosperidad sea accesible para un segmento más amplio de la sociedad.